El amor consiste en un intercambio de conductas reforzantes. Es decir, consiste en dar y recibir cosas, momentos, gestos… que nos son placenteros. Cuando esto disminuye, cuando ya no hay cariño, o gestos que lo demuestren, cuando no hacemos conductas gratificantes para ambos, cuando no pasamos juntos tiempo de CALIDAD, podemos decir que el amor… comienza a desaparecer. Por duro que sea es así. Si no regamos nuestro amor, como lo haríamos con una planta, lo más seguro es que se marchite, como lo haría una planta.La manera de regar nuestro amor es pasando juntos tiempo de calidad, donde los dos disfrutéis. Y dado que no somos exactamente iguales y no nos gusta lo mismo, en ocasiones también hemos de esforzarnos por hacer que el otro este a gusto aunque a mí esto me guste menos. En otra ocasión ocurrirá al contrario.
Por otro lado, tampoco centrar toda nuestra vida en nuestra pareja. Es un error, pues absorbemos la relación. Ya no solo estamos con la pareja para determinados momentos, ya no nos guardamos los momentos positivos para nosotros, sino que lo hacemos todos juntos. De aquí viene esa frase de “Se nos acabó el amor de tanto usarlo”. Pues es cierto, podemos llegar a agobiarnos, a trivializar la relación, a no valorar los momentos que pasamos juntos, porque ya, ya no son momentos de calidad, simplemente son momentos, es rutina, y ya ni nos satisface ni nos llena.
Por ello tenemos que tener también actividades externas a la pareja, hobbies, momentos para nosotros, cosas que nos hagan “fluir” es decir, sentirnos a gusto y completos por nosotros mismos sin necesidad de que sea en pareja. Esto es simplemente dedicar tiempo a la pareja y a nosotros mismos de manera individual. Preparar actividades en pareja pero también nosotros solos o con amigos por nuestro lado. No podemos tampoco regar a una planta de manera continua o al final la ahogaremos.
Ahora que hemos entendido la importancia del refuerzo en el amor, y por ello en una relación de pareja ¿qué es lo que debemos hacer?
Organizar mi tiempo conjuntamente con mi pareja.
Buscar y Planificar juntos actividades recompensantes, placenteras para los dos.
Programar cuando y cómo se llevarán a cabo dichas actividades.
Planificar el resto de mi tiempo de manera individual, buscando hobbies y actividades que me supongan también un disfrute.
Poner en común aquello que hacemos. Comunicándonos más y mejor. Este será nuestro siguiente apartado.
Seguro que os suena la idea de que si tenéis miedo a algo, por ejemplo, a los perros, el mejor modo de eliminarlo es enfrentarse a ello, acercarse un perro, o porqué no! Adoptar uno!
Ansiedad y miedo – Psicólogo en Salamanca – Sara M Pelaz Psicología
No es una idea nueva, y finalmente siempre acabamos cayendo en ella casi por sentido común. Ya Freud lo recomendaba hace cerca de 100 años. Así que ya desde el psicoanálisis se entendía que la solución no solo pasaba por hablar y hablar de las cosas sino que también había que enfrentarlas en la vida real.
Lo que si es más complicado es saber cuándo y cómo hemos de llevar a cabo este afrontamiento. En ocasiones se hace de un modo incorrecto y puede llevar a lo contrario a lo que queremos conseguir. Es decir, en lugar de eliminar el miedo que pretendemos eliminar, éste puede acrecentarse, también se conoce como sensibilización. Y ocurre cuando el estímulo provocador del miedo provoca un miedo cada vez mayor. En el caso que os expongo, si llegara a ocurrir podría haberse dado por un incorrecto afrontamiento.
Entonces, ¿Cómo hacer que sea correcto, y por tanto consiga eliminar el miedo?
Lo primero que tenemos que intentar averiguar es si nos conviene la exposiciónen ese momento preciso, o si por el contrario tenemos que hacer un trabajo previo. Me explico: si tienes un temor muy grande, algo que creemos insuperable, algo que solo con oír que puede estar cerca te pone los pelos de punta, y te hace buscar la salida más rápida, si te lanzas sin prevenciones, lo más probable es que termine por salirte mal el “experimento”. Puedes bloquearte, desmayarte… y por último incrementar el miedo y disminuir la seguridad en la posibilidad de enfrentarlo de nuevo, lo que hará que te sea más difícil enfrentarte a ello en el futuro.
¿Qué hago entonces?
Por un lado hay que explicar que hay diferentes métodos de exposición, o más bien, de afrontamiento. Hasta ahora parece que hablaba de la inundación, pues la inundaciónconsiste en meternos de lleno en el lugar temido sin prevención alguna. ¿Y esto puede funcionar? Claro que sí. Pero depende del miedo, de la motivación… Sin embargo, la exposición que tiene el as en la manga, es decir, aquella que va a ser nuestra dulce compañera en una situación como la anteriormente descrita, ha de ser una exposición graduada. La forma de graduar la exposición es ir acercándonos a lo que tememos de manera graduada, es decir, haciéndolo poco a poco, estableciendo pequeños pasos o subobjetivos, para llegar a nuestro objetivo final. Podemos ir acercándonos poco a poco.
Pero por otro lado, algo que seguro nos va a ayudar de cara al enfrentamiento del miedo vía exposición, es la realización de determinados ejercicios previos,como por ejemplo: relajación, exposición en imaginación, entrenamiento en un pensamiento positivo y sobretodo realista (pues no sirve si es muy positivo, pero de tan positivo que es no me lo creo) y …
También nos puede ayudar buscar un momento propicio para llevar a cabo dicha exposición. Por ejemplo, un momento de menor estrés en el trabajo o estudios, o durante las vacaciones, un momento donde podamos tener compañía o apoyo emocional… porque todo esto facilitará nuestro trabajo.
Además, es probable que para ciertos miedos muy traumáticos y dolorosos, puedas necesitar un tiempo de preparación psicológica mayor, y el refuerzo y aumento de la seguridad y confianza en ti mismo.
¿Qué miedos pueden eliminarse de este modo?
Hay miedos o situaciones que son ideales para la práctica de esta técnica. Por ejemplo las fobias espe
cíficas, es decir los miedos a determinadas cosas o situaciones muy concretas, como son los miedos a algún animal,
Fobia – Psicólogo en Salamanca Sara M Pelaz Psicología
miedo a volar, miedo a conducir, miedo al tren o al metro, miedo a ir en coche (en especial tras algún accidente), miedo a los lugares cerrados como ascensores o locales pequeños tipo teatro o cine, miedo a las alturas, miedo a lugares con mucha gente como la calle o grandes almacenes, miedo a hacer cosas solo (aquí ya lo relacionaríamos con la fobia social).
Miedo – Psicólogo en Salamanca Sara M Pelaz Psicología
También está indicado en los cuadro obsesivos, o trastornos obsesivo-compulsivos donde hemos de hacer frente a las obsesiones o dejar atrás las compulsiones como por ejemplo la búsqueda del orden de manera incesante, el lavado repetitivo de manos, miedo a la contaminación o contagio, la comprobación (¿me habré dejado la puerta abierta? ¿habré apagado la llave del gas?…)…
En situaciones miedo social, es decir vergüenza o timidez, también denominado fobia social, como el miedo a hablar en público, miedo al contacto humano, a hacer cosas solo, exponer algo delante de una persona o de un grupo, hablar con desconocidos, flirtear o buscar una relación, o incluso hablar con personas del sexo opuesto sin buscar ninguna relación.
Podría seguir sumando un largo etcetera pero lo importante es reseñar que esta técnica nos sirve para muchas situaciones muy comunes, que de no superarse pueden llegar a convertirse en una pesadilla.
En cada caso va a ser diferente, incluso entre dos personas con el mismo miedo, la escala de exposición también va a ser diferente, pues somos diferentes, toleramos el miedo de manera diferente, y además pese a que sea el mismo miedo, cada uno tenemos nuestras ideas irracionales o no, y es por ellas por quiénes debemos empezar.
Entonces… ¿es un solo… HAZLO!?
Aunque parezca muy sencillo, no lo es tanto. No es solo “just do it”, sino que hay ciertas puntualizacionesque debemos tener en cuenta. Hemos de seguir algunas pautas para que no ocurra lo que comentábamos al principio, pues si sale mal, en lugar de conseguir eliminar nuestro miedo, habremos conseguido exactamente lo contrario, la sensibilización de la que os hablaba al principio.
Psicólogo en Salamanca Sara M Pelaz Psicología
Así pues las pautas a seguir son las siguientes:
las exposiciones deben ser largas y repetidas. Sí, he dicho laS. No vale con hacerlo una vez, ojalá, pero no, no hablamos de milagros, hablamos de técnicas de modificación de conducta.
no debemos abandonar la situación aunque lo estemos pasando mal. Podemos caer en la hipersensibilización. Hay alguna salvedad a esta regla pero debemos usarla con cuidado. Si la ansiedad fuera excesiva podríamos salir de la situación por un período breve de tiempo, con el compromiso de volver a la situación tan pronto como esa ansiedad haya bajado un poco.
Solo se debe abandonarla situación cuando la ansiedad haya disminuido significativamente.Es decir, cuando hayas comprobado que lo que temes no es peligroso. Por ejemplo, solo debo alejarme del perro, cuando me sienta tranquila a su lado, y compruebe que el miedo a que se abalanzara sobre mí y me desarmara era irracional pues no ha ocurrido.
Ha de hacerse de manera jerárquica, escalonandoel aproximamiento, desde lo más fácil de afrontar a lo más difícil.
Acompañarlo de las técnicasanteriores de relajación o cambio de pensamiento lo hará más fácil.
Refuérzate por tus logros.
¿Y el miedo se va para siempre?
Una solo sesión puede no servirte, aunque te sorprenderá saber que hay casos en los que así ocurre.
Sin embargo lo importante no es tanto dejar de sentir miedo. El temor es adaptativo, la ansiedad lo es. Por tanto la cuestión principal no es eliminarlo, sino en que seas capaz de enfrentarte a ello, y puedas hacer aquello que temes siempre que sea necesario.
Con el paso del tiempo y la repetición, sí puede darse la eliminación del miedo por completo. Entonces, ¿qué te frena para no intentarlo?
Vencer el miedo – Psicólogo en Salamanca Sara M Pelaz Psicología
Nuestra sociedad es muy exigente. Nosotros somos muy exigentes. Con los demás, pero también con nosotros mismos. Se refleja en la publicidad, en los modelos, en las tallas… pero también en nuestros anhelos, en nuestra forma de vernos, y de querernos ver.
Este era el ideal estético en la antigüedad, ¿Ha cambiado mucho verdad?
Todos estamos familiarizados de una u otra forma con las palabras dieta, adelgazar, perder peso… y seguramente lo hemos tenido en mente más de una vez y hemos puesto en marcha estrategias para conseguir esto que estamos buscando, que es nuestro ideal, y que a la vez es el ideal general, el que nos viene marcado por una época, ¿Por qué por una época? No demasiado tiempo atrás el ideal de belleza eran mujeres y hombres con barriguita, de buen comer, porque justamente reflejaba que provenían de una casa con dinero que podía darse manjares y permitirse engordar. Estar delgado no era nada bueno. También hubo otros motivos un tiempo atrás, se preferían mujeres con curvas, con caderas anchas, dado que esto reflejaba que la mujer podría quedar embarazada y mantener al bebé en el interior dando a luz a un niño fuerte y sano. ¿Y ahora?
Ahora buscamos aquellos que se nos marca. La delgadez, el cuerpo estilizado, que no tenga ni una pizca de grasa, excepto en los lugares en los que a la vez se explotan sexualmente como los pechos o el trasero. Ahora estamos en la época de la sexualización del cuerpo. Cualquier anuncio en publicidad tiene esa picardía, usa el cuerpo como atractivo para anunciar lo que sea, y no digo solo ropa o algo que vaya encima del cuerpo, sino cualquier cosa. ¿No habéis fijado en los anuncios para hombres? Aparece siempre un cuerpo de mujer escultural, y esto quiere decir, delgado, con las medidas corporales “perfectas” según el canon establecido, probablemente retocadísimo a través de photoshop u otro programa de edición fotográfica y por tanto completamente irreal, pero escultural, según lo que ahora se cree, delante de un coche, o apoyada en el coche, o conduciéndolo, o admirando el reloj que lleva el hombre, o persiguiendo al hombre por el olor de su perfume… ¿Lo habéis visto?
Nos hacen creer una cosa, cuando por el contrario es bien diferente. y tratamos de asemejarnos a aquello que por si fuera poco, no es ni siquiera real.
Y esto no solo ocurre en los anuncios para hombres, evidentemente también ocurre en anuncios dedicados a las mujeres, si bien en nuestro caso se utiliza un poco menos esta sexualización del hombre, o al menos se utilizaba, porque también parece ir en aumento, pero sobretodo en anuncios para mujeres, ya sea ropa, perfume, joyas, o hasta una almohada para dormir, aparecerá una mujer escultural, seguro que no tiene un ápice de grasa que le sobre. Intentad recordar un anuncio que no sea así. ¿Os viene alguno a la mente? los hay, por ejemplo una cadena de cosméticos lanzó un anuncio con chicas de verdad, o reales, con curvas, aunque podrías también hablar de esto y de la forma de hacerlo, al menos esto ya es un ·reconozco no lo que hago, lo que hacen otros, y quiero darle un giro”. Pero aun así, todavía todo sigue siendo así.
¿Qué os parece esta comparación?
Y con esta carne de cultivo, lo más raro sería que sobretodo los jóvenes que son más influenciabas, que se están formando aun, que están terminando de desarrollar sus ideas y sus cuerpos, deseen parecerse a lo que ven. No a lo que ven en la calle, porque esto es bien diferente de la publicidad pero sí a lo que la sociedad parece decirnos que tenemos que parecernos.Por tanto es cuando empiezan a revolotear por nuestra cabeza todas estas palabras… dieta… ejercicio… perder peso…. adelgazar… gordura… grasa… ¿Y qué ocurre cuando todo esto comienza a brotar? Pues nada más y nada menos que la búsqueda de estrategias para cambiarnos a nosotros mismos, para dejar de ser como somos. Y no porque sea más sano, o porque la idea haya partido de nosotros mismos internamente, sino porque lo hemos visto, lo hemos “mamado” y creemos que eso que mamamos es lo que debemos ser, es a lo que debemos aspirar.
Ella no quieren que le retoquen su cuerpo para hacerle parecer algo que no es, y sin embargo siguen haciéndolo.
Así empiezan muchos de nuestros problemas alimenticios. Tampoco debemos olvidarnos que aparte de cómo nos vemos nosotros mismos, influye también como nos ven los demás, y dado que los demás están expuestos a la misma publicidad que nosotros puede por parte de otros existir críticas o un cierto empuje para que nos convirtamos en aquello que no somos, aquello que nos muestran. Esto aun pesa más en nosotros, y si sumamos todo es imposible que no comience nuestra preocupación, y nuestro anhelo de eliminar nuestra grasa, tonifica nuestro cuerpo y no parecernos a lo que la publicidad dice que es un chico 10 o una chica 10. Aunque… ¿De verdad lo que la sociedad nos está marcando como 10 es aquello que nosotros consideramos como 10 cuando vemos a alguien? ¿De verdad buscamos ese canon estético en nuestras relaciones o simplemente es eso lo que nos gusta ver? Este sería otro tema también investigado, pero desde luego lo que ha de quedar claro aquí es que debemos darnos cuenta de porqué nuestro deseo es el que es. Debemos analizar si realmente parte de nosotros ese ansía por bajar de peso, o quizá nosotros estábamos tan contentos como estábamos si no fuera por..
La publicidad hace esto de una forma no tan explícita por decirlo así, pero también lo hace forma explícita. ¿Cómo? Anunciando día tras día productos quema-grasas, quita-hambre, barritas sustitutivas de una comida, máquinas milagrosas… y un largo etcétera.
En definitiva, toda nuestra preocupación por el aspecto físico no se puede decir que haya partido de nosotros mismos sin ninguna influencia externa. Pero una vez que ocurre comienzan nuestros problemas. Y ocurren en muchos casos los denominados “Trastornos alimentarios” que se refiere en general, a trastornos psicológicos que comportan graves anormalidades en el comportamiento de ingesta. Es decir, la base y fundamento de dichos trastornos se halla en la alteración psicológica” (Raich, 2011).
Para que se trate de un trastorno, tiene que afectar la vida de quien lo padece y seguramente de su entorno, provocando diversas anormalidades que afectan a su vida en diferentes esferas como laboral, social, educativa, familiar, cognitiva, conducta y emocional, y por supuesto terminará afectando al cuerpo, a la salud.
Este tipo de trastornos suelen afectar más a mujeres que a hombres pero no es exclusivo de ellas. Y conoceremos más acerca de estos trastornos en próximas entradas. De momento la reflexión parte por darse cuenta de dónde parten nuestros deseos, si deberíamos hacerlos caso o por el contrario tendríamos que analizar debidamente quien somos, cómo somos, cómo queremos ser, cómo conseguirlo, y sin perder nuestra salud.
Buenas tardes! Hoy vamos a hablar un poquito del dolor.
Muchas veces las personas en consulta comentan con preocupación que el dolor no se ha ido… :-¿Por qué sigo sintiéndolo? ¿Por qué no se elimina para siempre? Preguntan.
Una pérdida, un fallo, un fracaso, una herida… nos marca, y nos deja un dolor latente. Lo sentimos cuando ocurre, pero a veces parece que no nos abandona, que no se va. No logramos deshacernos de él. Peleamos, luchamos… Incluso a veces se hace tan presente que nos sentimos como un pez luchando para que el agua que le rodea no le toque. Imposible ¿verdad? Pues así nos sentimos a veces, incapaces de nadar en el agua que nos da la vida.
Pero… ¿Y si en lugar de nadar tratáramos de flotar? ¿si tratáramos de dejarnos llevar, sintiendo la caricia de ese dolor pero sin centrarnos en como es esta caricia?
Os lo explico:
El dolor no se puede evitar siempre, ni erradicar por completo. Hay que entender que forma parte de la vida, y tenemos que aprender a convivir con él. Hay muchas cosas que nos pueden marcar. Hay cosas que pasarán hoy y simplemente desaparecerán mañana. Pero hay otras que incluso años después de pasar seguiremos sintiendo. Un recuerdo, una ausencia, un fracaso, un fallo… pero incluso el dolor físico, una herida, una enfermedad que curse con dolor…
Cuando aceptamos que él va a estar ahí y no tratamos de taparlo o eliminarlo, el dolor fluye sin estancarse, aparece, desaparece, se siente más, se siente menos, pero no lo tenemos agarrado, y por tanto lo dejamos ir.
Viene y va pero no lo atrapamos, no nos gobierna, forma parte de nuestra vida, pero no la monopoliza.
Aprende a aceptar que no es posible una vida sin dolor, pero aprende también que la importancia que tiene este dolor es aquel que tú quieres conferirle. Si te aferras a él puede que toda tu vida se base en ese dolor, si lo dejas ir, si sigues viviendo mientras él fluye contigo, será simplemente un compañero de viaje. Sí, molesto; un compañero de esos que tú no elegiste, pero acabó sentándose a tú lado y haciéndose sentir de vez en cuando, con esa voz estridente cuando más tranquilo estás, con ese toquecito inoportuno cuando estás a punto de dormirte.
Pero igual que ese compañero indeseable, el dolor también se bajará en la próxima parada, y te sentirás mejor, lo dejarás alejarse, aunque no lo olvides, nunca te abandonará, quizá en otra parada de nuevo suba al autobús de tu vida, pero no le agarres, déjale estar. Y si no te centras en él, fuerza perderá, y serás tú quién lo controle, y no él a ti.